Dibujo: Pakillo

Crónicas (III)

Author: Dekadencia Sonora

Una hora esperando y achicharrándome por el sol hasta que pude ducharme con las botas puestas entre hileras de barro; por lo menos me he duchado, pensaba mientras hacía el camino de regreso a la tienda para desayunar algo, esta vez atravesando el campito de fútbol- sala previa parada en el garito de los hielos. Tamaña fue mi sorpresa tras el desayuno, al ir a visitar a mis colegas de la ocupada del albarillo y comprobar que la ocupación iba más allá del campo y se extendía a una nave anexa llena de palés con sacos de abono y fertilizante. Empezamos nosotros en la parte oeste de la nave –pues la oeste ya estaba ocupada por otra gente- instalando un sistema de ducha más rápido y eficaz que el propuesto por la organización: una manguera enganchá a un grifo que fue un verdadero éxito, ni el punki más leproso, ni el leproso más punki, parecían ser lo que eran tras pasar por la manguera. Al principio estábamos nosotros solos, con nuestro nuevo amigo y amante de su conducto nasal, Doddy Alfayet. Echando el rato entre sacos de abono y algún que otro canutillo. Pero a medida que avanzaba el día y el sol apretaba iba llegando más gente que se acomodaba a nuestro lado o al otro. Éramos una gran familia. Solamente faltaba uno que se pasó toda la mañana dando vueltas entre dos árboles, pero al final también comprobó los encantos de aquel porche veraniego. La zona musical estaba en plena ebullición. Otros que se habían caído del cartel fueron Kalean; les sustituyeron Kante Pinréliko. Antes habían tocado Desconfianza Mutua, que volvían a abrir el festival, Demencia Senil, Saña, Vikingo MD, al que le escuché dos temas de Narco desde la nave ocupada – Puta Policía y Cucaracha- y Azero.


Después de los pinrélikos murcianos vinieron Trastienda RC, que no dieron mucho de sí. El calor era sofocante, pensaba mientras una legión de fans de Fuckop Familiy se levantaban de sus enraizamientos para ver a los alicantinos. El concierto empezó kon mari ke? Kon marihuana, una versión de Red Hot que empezó a hacer botar a la gente que aún estaba llegando; tenía muchas ganas de verlos y estaba allí, con los pelillos de punta escuchando esa fusión musical que consiguen, mezclando el rap, el metal, el reggae, ..., con un tipo a mi lado de gran envergadura y melena que solo podía masticarse el piercing de la lengua cuando escuchó la trallera canción de “puño en alto”; fue un concierto corto pero musicalmente intenso. Discordia y Comando 9mm sonaron muy bien y subieron el nivel de gentío dentro de la zona de conciertos a pesar del acuciante sol. A las cinco de la tarde se dispararon las hormonas masculinas, No Relax y la bellísima italiana que pone voz a sus canciones empezaron a tocar. La peña parecía estar más atenta a sus contoneos que a su música, pero el virus de rebelión que llevan tocando ya bastante tiempo da sus frutos, la gente se sabe las canciones y las corea. Y alguno se sentó muy en lo alto cuando la milanesa lo saludó. ¡Se acuerda de mí, se acuerda de mí!, se oía a unos veinte metros a la espalda de la mesa de mezclas, que era donde nos habíamos colocado todos. A Transfer no lo ví, no son santo de mi devoción, pero desde el fondo pude escuchar “Dinero, Dinero, sólo buscas dinero” Mis labios sonrieron, entresacando de mi rostro –para el que lo viera- una agonía cierta: el toxicómano no tocaba y en su lugar habían venido Disidencia, ningunos suplentes ni mucho menos. Los alicantinos mostraron su repertorio de canciones melódicas, esas canciones que solo ellos saben hacer, con notas y melodías perfectas como fue la de “ si nos cerráis las puertas, me abriré paso a patadas” o la de “ el preso”; canciones con sentimientos y muy buena música que hicieron que mucha gente no se arrepintiera de que hubieran ido por los toxicómanos. Abrasive Wheels tocaban mientras yo bebía y comía. Más lo primero que lo segundo. Habíamos ido por la mañana a dar una vuelta al pueblo y teníamos priva de gran calidad. Volví desde mi tienda, que más que mi refugio se había convertido en un centro de recogida de animales, a los albarillos. La anfetamina se extendía por mi cerebro con rapidez y de nuevo el nerviosismo por ver a Poncho K pudo conmigo. Quedé con El Tesorero y sus compis en la zona de los servicios para no perderme mucho y allí estaban esperándome, sentados en la arena y riéndose los unos de los otros, como marcan los cánones de cualquier colocón de esta clase. El concierto en sí no estuvo mal, el sonido fue bastante bueno y se nota que este tio cada día va a más musicalmente. Los riffs cadenciosos de su guitarra se colaban por mis orejas como agua de mayo, necesitaba a Poncho k y no me decepcionó.

Sobresalió Carnívoro cuchillo, del disco nuevo. Pero de éste faltaron Mentiras de sal, La cuenca de tu chocho y otros grandes temas del primer disco. La culpa la tienen los horarios reducidos, hacen que una cita de estas dimensiones se quede corta. Angelic Upstarts me gustaron el rato que los ví, un cuarto de hora , no me dejaron más. Esa noche íbamos todos en tropel para ver a Piperrak y no te quedabas solo por más que quisieras. A beber y a follar que son dos días, debió de pensar la gente. Como locos nos fuimos a la Albarillada Street a recargar energías. Allí estábamos, dispuestos a quemar la ribera y poner cuantas barricadas fueran necesarias. Cuando volvimos al campo de fútbol, veinte tíos medio zumbaos y con ganas de armarla, nos dimos cuenta de que aún estaba farfullando la copia sin registro de Poncho K, Albertucho. La de los tikets se puso nerviosa al ver a tanto ogro pidiendo a la vez porque llegaban los muertos de siempre. Un pinche boludo y yo, entretanto desertábamos furtivamente, no podíamos parar de reirnos al colarnos entre los incautos que formaban cola. Dos tintos y varios chistes después estábamos en el punto de encuentro con todos los nuestros. Parecía que aquello se iba a caer. En ese momento Albertucho dijo basta y desde el escenario derecho se oyó: Pa la gente de Montilla!, me lo habían avisado pero no me lo creía, los Piperrak nos dedicaban el concierto. Por fin estábamos todos juntos viendo al grupo que prácticamente nos unió. Uno tras otro fueron tocando los temas que pueblan sus dos discos y que hemos elevado a cátedra de nuestra cultura popular. Excepto Zoofilia. Pero esta vez lo hicieron bien, acabaron con Anarkía dejando el pabellón en los nímboestratos del festival. Impresionante lo de Piperrak. Luego vino Koma, que se mantuvo en su línea, la de ser el grupo de metal en español más currado y salvaje que yo recuerdo. Sé donde vives o El infarto dan fe de ello. El último ke zierre iban a servir de tránsito a Los Muertos por varias razones: el año pasado, bajo un sol abrasador, no dieron la caña supuesta; la gente estaba derrengada y acudían a las drogas para sobrevivir; se decía que el Feo estaba ya acabado; todo bazofia; cuando un grupo que ha sido y es lo que El último ke zierre, se pone, el público cae rendido a sus pies; y así fue, y yo el primero y más gustoso. Faltó la de Fausto del último disco, pero ese final que hacen con las versiones de Iggy y los Ramones es bestial e inolvidable. Terminado el concierto a mí empezaron a darme calores fríos, siete años después de aquel concierto de la Unión volvería a ver a Los Muertos de Cristo, el grupo más anarquista que a mi me ha tocado ver, y aunque digan que es un pesao, el Lorenzo es un luchador musical persistente y emblemático, nada que ver con los puagh esos ni con otros que van de antisistema. Además, esta vez, y ante el corto horario que se les brindaba, no dieron un mitin, ni un consejillo, simplemente pusieron un vídeo mientras aparecía la novia en el escenario. También cantó la hija de la novia, y creo que mejor que ella. El concierto fue especial para mí también por la versión de The Passenger de Iggy. Me llegó muy dentro esa canción, y por supuesto, las otras; pero no cayó la breva de Obreros somos, terminándose el espectáculo con Cualquier noche puede salir el sol. En ese momento sentí que se me estaba acabando el festival. Una ansiedad de no sé que cosa me recorría el cuerpo. En el flyer que repartían en taquilla con los horarios se establecía que ahora venía un discurso de diez minutos y luego tocarían Antisocial. Ni por asomo. Eran las una y poco de la noche y todos vivimos aquel momento mágico. Justo al acabar Los Muertos sonaron dos canciones desde el equipo: Stop Criminalización y Piedra contra Tijera. La peña enloquecía mientras yo iba a mear dando saltos y cantando con todo el mundo. De pronto, acabaron las canciones y salió el speaker del festival, o el organizador, no sé. La cuestión es que el tio se puso a recitar allí Para la libertad, de Miguel Hernández, y yo, que soy gran seguidor de Hernández, de las versiones que de sus poemas hace Serrat, en especial de éste, y debido al gran pelotazo que llevaba, levanté mi puño y me dispuse a encarar el escenario para cantar;no sabía la que me esperaba, pues no había andado ni cinco metros cuando el tio que había recitado el poema presentó a la Banda Bassoti.

 

0 Response to “Crónicas (III)”

Leave a Reply