Crónicas (IV)
Author: Dekadencia Sonora
Después de tantas movidas con el ayuntamiento, con los fachas de la AVT, con la gente en general, la décima edición del Lumbreras Mula Rock se cagaba en los intereses políticos y en la desfachatez de algunos poderosos. Fue una patada en los huevos en toda regla. Casi la que me dan a mí cuando la gente oyó: con todos vosotros.... Me fui directo al punto de encuentro, sin mear siquiera porque mi vejiga no quería perderse la revolución. La gente se estaba dispersando por ahí, pero al final los encontré y nos pegamos un conciertazo. Con Zu Atrapa Tu Arte el público se enervó, incluso más que con Boikot; sólo faltó la de Emiliano, de nuevo el tiempo. Por ese entonces yo estaba más que desconcertado. Suponía que tocarían después Antisocial, pero en realidad quienes aparecieron fueron Def Con Dos con Fin de siglo, un temazo que abrió el directo de estos iconoclastas en Murcia. En la segunda aparición de Strawberry en el Lumbreras, y en el mismo escenario que el dia anterior, el de la izquierda, Peon Kurtz y los suyos dirigieron la fiesta a su antojo. Sólo quedaban tres conciertos para que acabara todo. The Bon Scott Band no se prodigaron mucho en versiones diferentes, ofrecieron lo mismo de siempre, pero se nota que estos si viajan por la autopista al infierno, no como La Leñera, aunque tampoco se pueda juzgar a un grupo por un solo concierto. Los penúltimos fueron Ni Por Favor Ni Hostias, mítico grupo con un solo disco de la escena levantina. Buena actuación aunque esperaba algo más de un grupo que da mucha caña, por lo menos en el disco. Los encargados de cerrar el festival fueron Kaos Urbano. Nada más terminar el concierto del grupo del batería de EUKZ la fisonomía de la zona de conciertos cambió radicalmente: apareció una legión de skinheads o sucedáneos de skinheads, con sus correspondientes rotweillers con pedigrí y botas dr.tellmans compradas por papá o mamá, dispuestos a reventar con un grupo afín a sus supuestos ideales. La única manifestación de conciencia colectiva útil la llevaron a cabo Strawberrry y el cantante de Koma, cuando aparecieron en tanga y haciendo el pino en el escenario antes del concierto.
En realidad Kaos Urbano fueron una apisonadora musical, -y a pesar de que detesto la ideología rapada, no a los rapados, obviamente- el concierto final estuvo a la altura de lo que ha sido el festival punk más salvaje que yo he vivido. Que llevo viviendo desde hace tres años, desde aquel polideportivo al lado del puente en puerto Lumbreras. La noche tocaba a su fin en el campo de fútbol, pero no en Albarillada Street. De vuelta, junto a la tumba de Efemón I, vivimos la última sesión del festival del humor, en el que el tito de Hamilton ya no estaba –se habría largado a germinar un poco- pero sí el dueño de la mencionada tienda, el cual sufrió las consecuencias de la estampida mental que llevaban algunos. Estuve en la raves pasmao de frío viendo a la peña desfasá. El ambiente no me agradó mucho –no me mola pero siempre acabo allí- y pensé en irme a mis aposentos. Menos mal que los pocos de los nuestros que quedaban estaban igual de reventados que yo y nos largamos de allí, no sin alguna caída por las rampas. Era un zombie caminando entre los restos de una batalla de la que todavía quedaban muchos en pie. Sólo me espabiló un poco, ayudándome a llegar a mi tienda, la visión de un tipo barbudo leyendo Siddharta en la puerta de su tienda, le faltaba fumar en pipa. Esa escena provocó una locura momentánea de mis compañeros de saqueo diurno. Serían las ocho y media cuando senté mi culo en el suelo de la tienda y conseguí dormirme, soñando con que llegara pronto la próxima edición. Desperté unas cuatro horas más tarde listo para recoger las cosas y largarme de allí. No hay situación que más me putee que volver de un festival en un minibús donde las maletas son parte de la carrocería interior, sin embargo esta vez el festival continuó en el autobús, una historia que merce ser contada en otro momento.
En realidad Kaos Urbano fueron una apisonadora musical, -y a pesar de que detesto la ideología rapada, no a los rapados, obviamente- el concierto final estuvo a la altura de lo que ha sido el festival punk más salvaje que yo he vivido. Que llevo viviendo desde hace tres años, desde aquel polideportivo al lado del puente en puerto Lumbreras. La noche tocaba a su fin en el campo de fútbol, pero no en Albarillada Street. De vuelta, junto a la tumba de Efemón I, vivimos la última sesión del festival del humor, en el que el tito de Hamilton ya no estaba –se habría largado a germinar un poco- pero sí el dueño de la mencionada tienda, el cual sufrió las consecuencias de la estampida mental que llevaban algunos. Estuve en la raves pasmao de frío viendo a la peña desfasá. El ambiente no me agradó mucho –no me mola pero siempre acabo allí- y pensé en irme a mis aposentos. Menos mal que los pocos de los nuestros que quedaban estaban igual de reventados que yo y nos largamos de allí, no sin alguna caída por las rampas. Era un zombie caminando entre los restos de una batalla de la que todavía quedaban muchos en pie. Sólo me espabiló un poco, ayudándome a llegar a mi tienda, la visión de un tipo barbudo leyendo Siddharta en la puerta de su tienda, le faltaba fumar en pipa. Esa escena provocó una locura momentánea de mis compañeros de saqueo diurno. Serían las ocho y media cuando senté mi culo en el suelo de la tienda y conseguí dormirme, soñando con que llegara pronto la próxima edición. Desperté unas cuatro horas más tarde listo para recoger las cosas y largarme de allí. No hay situación que más me putee que volver de un festival en un minibús donde las maletas son parte de la carrocería interior, sin embargo esta vez el festival continuó en el autobús, una historia que merce ser contada en otro momento.
Seguiremos con la incógnita del recinto para el año que viene, pero que nadie dude que yo volveré a estar allí, se celebre donde se celebre.
¡Aúpa Lumbreras Rock! Salud y república...
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Crónicas (III)
Author: Dekadencia Sonora
Una hora esperando y achicharrándome por el sol hasta que pude ducharme con las botas puestas entre hileras de barro; por lo menos me he duchado, pensaba mientras hacía el camino de regreso a la tienda para desayunar algo, esta vez atravesando el campito de fútbol- sala previa parada en el garito de los hielos. Tamaña fue mi sorpresa tras el desayuno, al ir a visitar a mis colegas de la ocupada del albarillo y comprobar que la ocupación iba más allá del campo y se extendía a una nave anexa llena de palés con sacos de abono y fertilizante. Empezamos nosotros en la parte oeste de la nave –pues la oeste ya estaba ocupada por otra gente- instalando un sistema de ducha más rápido y eficaz que el propuesto por la organización: una manguera enganchá a un grifo que fue un verdadero éxito, ni el punki más leproso, ni el leproso más punki, parecían ser lo que eran tras pasar por la manguera. Al principio estábamos nosotros solos, con nuestro nuevo amigo y amante de su conducto nasal, Doddy Alfayet. Echando el rato entre sacos de abono y algún que otro canutillo. Pero a medida que avanzaba el día y el sol apretaba iba llegando más gente que se acomodaba a nuestro lado o al otro. Éramos una gran familia. Solamente faltaba uno que se pasó toda la mañana dando vueltas entre dos árboles, pero al final también comprobó los encantos de aquel porche veraniego. La zona musical estaba en plena ebullición. Otros que se habían caído del cartel fueron Kalean; les sustituyeron Kante Pinréliko. Antes habían tocado Desconfianza Mutua, que volvían a abrir el festival, Demencia Senil, Saña, Vikingo MD, al que le escuché dos temas de Narco desde la nave ocupada – Puta Policía y Cucaracha- y Azero.
Después de los pinrélikos murcianos vinieron Trastienda RC, que no dieron mucho de sí. El calor era sofocante, pensaba mientras una legión de fans de Fuckop Familiy se levantaban de sus enraizamientos para ver a los alicantinos. El concierto empezó kon mari ke? Kon marihuana, una versión de Red Hot que empezó a hacer botar a la gente que aún estaba llegando; tenía muchas ganas de verlos y estaba allí, con los pelillos de punta escuchando esa fusión musical que consiguen, mezclando el rap, el metal, el reggae, ..., con un tipo a mi lado de gran envergadura y melena que solo podía masticarse el piercing de la lengua cuando escuchó la trallera canción de “puño en alto”; fue un concierto corto pero musicalmente intenso. Discordia y Comando 9mm sonaron muy bien y subieron el nivel de gentío dentro de la zona de conciertos a pesar del acuciante sol. A las cinco de la tarde se dispararon las hormonas masculinas, No Relax y la bellísima italiana que pone voz a sus canciones empezaron a tocar. La peña parecía estar más atenta a sus contoneos que a su música, pero el virus de rebelión que llevan tocando ya bastante tiempo da sus frutos, la gente se sabe las canciones y las corea. Y alguno se sentó muy en lo alto cuando la milanesa lo saludó. ¡Se acuerda de mí, se acuerda de mí!, se oía a unos veinte metros a la espalda de la mesa de mezclas, que era donde nos habíamos colocado todos. A Transfer no lo ví, no son santo de mi devoción, pero desde el fondo pude escuchar “Dinero, Dinero, sólo buscas dinero” Mis labios sonrieron, entresacando de mi rostro –para el que lo viera- una agonía cierta: el toxicómano no tocaba y en su lugar habían venido Disidencia, ningunos suplentes ni mucho menos. Los alicantinos mostraron su repertorio de canciones melódicas, esas canciones que solo ellos saben hacer, con notas y melodías perfectas como fue la de “ si nos cerráis las puertas, me abriré paso a patadas” o la de “ el preso”; canciones con sentimientos y muy buena música que hicieron que mucha gente no se arrepintiera de que hubieran ido por los toxicómanos. Abrasive Wheels tocaban mientras yo bebía y comía. Más lo primero que lo segundo. Habíamos ido por la mañana a dar una vuelta al pueblo y teníamos priva de gran calidad. Volví desde mi tienda, que más que mi refugio se había convertido en un centro de recogida de animales, a los albarillos. La anfetamina se extendía por mi cerebro con rapidez y de nuevo el nerviosismo por ver a Poncho K pudo conmigo. Quedé con El Tesorero y sus compis en la zona de los servicios para no perderme mucho y allí estaban esperándome, sentados en la arena y riéndose los unos de los otros, como marcan los cánones de cualquier colocón de esta clase. El concierto en sí no estuvo mal, el sonido fue bastante bueno y se nota que este tio cada día va a más musicalmente. Los riffs cadenciosos de su guitarra se colaban por mis orejas como agua de mayo, necesitaba a Poncho k y no me decepcionó.
Sobresalió Carnívoro cuchillo, del disco nuevo. Pero de éste faltaron Mentiras de sal, La cuenca de tu chocho y otros grandes temas del primer disco. La culpa la tienen los horarios reducidos, hacen que una cita de estas dimensiones se quede corta. Angelic Upstarts me gustaron el rato que los ví, un cuarto de hora , no me dejaron más. Esa noche íbamos todos en tropel para ver a Piperrak y no te quedabas solo por más que quisieras. A beber y a follar que son dos días, debió de pensar la gente. Como locos nos fuimos a la Albarillada Street a recargar energías. Allí estábamos, dispuestos a quemar la ribera y poner cuantas barricadas fueran necesarias. Cuando volvimos al campo de fútbol, veinte tíos medio zumbaos y con ganas de armarla, nos dimos cuenta de que aún estaba farfullando la copia sin registro de Poncho K, Albertucho. La de los tikets se puso nerviosa al ver a tanto ogro pidiendo a la vez porque llegaban los muertos de siempre. Un pinche boludo y yo, entretanto desertábamos furtivamente, no podíamos parar de reirnos al colarnos entre los incautos que formaban cola. Dos tintos y varios chistes después estábamos en el punto de encuentro con todos los nuestros. Parecía que aquello se iba a caer. En ese momento Albertucho dijo basta y desde el escenario derecho se oyó: Pa la gente de Montilla!, me lo habían avisado pero no me lo creía, los Piperrak nos dedicaban el concierto. Por fin estábamos todos juntos viendo al grupo que prácticamente nos unió. Uno tras otro fueron tocando los temas que pueblan sus dos discos y que hemos elevado a cátedra de nuestra cultura popular. Excepto Zoofilia. Pero esta vez lo hicieron bien, acabaron con Anarkía dejando el pabellón en los nímboestratos del festival. Impresionante lo de Piperrak. Luego vino Koma, que se mantuvo en su línea, la de ser el grupo de metal en español más currado y salvaje que yo recuerdo. Sé donde vives o El infarto dan fe de ello. El último ke zierre iban a servir de tránsito a Los Muertos por varias razones: el año pasado, bajo un sol abrasador, no dieron la caña supuesta; la gente estaba derrengada y acudían a las drogas para sobrevivir; se decía que el Feo estaba ya acabado; todo bazofia; cuando un grupo que ha sido y es lo que El último ke zierre, se pone, el público cae rendido a sus pies; y así fue, y yo el primero y más gustoso. Faltó la de Fausto del último disco, pero ese final que hacen con las versiones de Iggy y los Ramones es bestial e inolvidable. Terminado el concierto a mí empezaron a darme calores fríos, siete años después de aquel concierto de la Unión volvería a ver a Los Muertos de Cristo, el grupo más anarquista que a mi me ha tocado ver, y aunque digan que es un pesao, el Lorenzo es un luchador musical persistente y emblemático, nada que ver con los puagh esos ni con otros que van de antisistema. Además, esta vez, y ante el corto horario que se les brindaba, no dieron un mitin, ni un consejillo, simplemente pusieron un vídeo mientras aparecía la novia en el escenario. También cantó la hija de la novia, y creo que mejor que ella. El concierto fue especial para mí también por la versión de The Passenger de Iggy. Me llegó muy dentro esa canción, y por supuesto, las otras; pero no cayó la breva de Obreros somos, terminándose el espectáculo con Cualquier noche puede salir el sol. En ese momento sentí que se me estaba acabando el festival. Una ansiedad de no sé que cosa me recorría el cuerpo. En el flyer que repartían en taquilla con los horarios se establecía que ahora venía un discurso de diez minutos y luego tocarían Antisocial. Ni por asomo. Eran las una y poco de la noche y todos vivimos aquel momento mágico. Justo al acabar Los Muertos sonaron dos canciones desde el equipo: Stop Criminalización y Piedra contra Tijera. La peña enloquecía mientras yo iba a mear dando saltos y cantando con todo el mundo. De pronto, acabaron las canciones y salió el speaker del festival, o el organizador, no sé. La cuestión es que el tio se puso a recitar allí Para la libertad, de Miguel Hernández, y yo, que soy gran seguidor de Hernández, de las versiones que de sus poemas hace Serrat, en especial de éste, y debido al gran pelotazo que llevaba, levanté mi puño y me dispuse a encarar el escenario para cantar;no sabía la que me esperaba, pues no había andado ni cinco metros cuando el tio que había recitado el poema presentó a la Banda Bassoti.
Después de los pinrélikos murcianos vinieron Trastienda RC, que no dieron mucho de sí. El calor era sofocante, pensaba mientras una legión de fans de Fuckop Familiy se levantaban de sus enraizamientos para ver a los alicantinos. El concierto empezó kon mari ke? Kon marihuana, una versión de Red Hot que empezó a hacer botar a la gente que aún estaba llegando; tenía muchas ganas de verlos y estaba allí, con los pelillos de punta escuchando esa fusión musical que consiguen, mezclando el rap, el metal, el reggae, ..., con un tipo a mi lado de gran envergadura y melena que solo podía masticarse el piercing de la lengua cuando escuchó la trallera canción de “puño en alto”; fue un concierto corto pero musicalmente intenso. Discordia y Comando 9mm sonaron muy bien y subieron el nivel de gentío dentro de la zona de conciertos a pesar del acuciante sol. A las cinco de la tarde se dispararon las hormonas masculinas, No Relax y la bellísima italiana que pone voz a sus canciones empezaron a tocar. La peña parecía estar más atenta a sus contoneos que a su música, pero el virus de rebelión que llevan tocando ya bastante tiempo da sus frutos, la gente se sabe las canciones y las corea. Y alguno se sentó muy en lo alto cuando la milanesa lo saludó. ¡Se acuerda de mí, se acuerda de mí!, se oía a unos veinte metros a la espalda de la mesa de mezclas, que era donde nos habíamos colocado todos. A Transfer no lo ví, no son santo de mi devoción, pero desde el fondo pude escuchar “Dinero, Dinero, sólo buscas dinero” Mis labios sonrieron, entresacando de mi rostro –para el que lo viera- una agonía cierta: el toxicómano no tocaba y en su lugar habían venido Disidencia, ningunos suplentes ni mucho menos. Los alicantinos mostraron su repertorio de canciones melódicas, esas canciones que solo ellos saben hacer, con notas y melodías perfectas como fue la de “ si nos cerráis las puertas, me abriré paso a patadas” o la de “ el preso”; canciones con sentimientos y muy buena música que hicieron que mucha gente no se arrepintiera de que hubieran ido por los toxicómanos. Abrasive Wheels tocaban mientras yo bebía y comía. Más lo primero que lo segundo. Habíamos ido por la mañana a dar una vuelta al pueblo y teníamos priva de gran calidad. Volví desde mi tienda, que más que mi refugio se había convertido en un centro de recogida de animales, a los albarillos. La anfetamina se extendía por mi cerebro con rapidez y de nuevo el nerviosismo por ver a Poncho K pudo conmigo. Quedé con El Tesorero y sus compis en la zona de los servicios para no perderme mucho y allí estaban esperándome, sentados en la arena y riéndose los unos de los otros, como marcan los cánones de cualquier colocón de esta clase. El concierto en sí no estuvo mal, el sonido fue bastante bueno y se nota que este tio cada día va a más musicalmente. Los riffs cadenciosos de su guitarra se colaban por mis orejas como agua de mayo, necesitaba a Poncho k y no me decepcionó.
Sobresalió Carnívoro cuchillo, del disco nuevo. Pero de éste faltaron Mentiras de sal, La cuenca de tu chocho y otros grandes temas del primer disco. La culpa la tienen los horarios reducidos, hacen que una cita de estas dimensiones se quede corta. Angelic Upstarts me gustaron el rato que los ví, un cuarto de hora , no me dejaron más. Esa noche íbamos todos en tropel para ver a Piperrak y no te quedabas solo por más que quisieras. A beber y a follar que son dos días, debió de pensar la gente. Como locos nos fuimos a la Albarillada Street a recargar energías. Allí estábamos, dispuestos a quemar la ribera y poner cuantas barricadas fueran necesarias. Cuando volvimos al campo de fútbol, veinte tíos medio zumbaos y con ganas de armarla, nos dimos cuenta de que aún estaba farfullando la copia sin registro de Poncho K, Albertucho. La de los tikets se puso nerviosa al ver a tanto ogro pidiendo a la vez porque llegaban los muertos de siempre. Un pinche boludo y yo, entretanto desertábamos furtivamente, no podíamos parar de reirnos al colarnos entre los incautos que formaban cola. Dos tintos y varios chistes después estábamos en el punto de encuentro con todos los nuestros. Parecía que aquello se iba a caer. En ese momento Albertucho dijo basta y desde el escenario derecho se oyó: Pa la gente de Montilla!, me lo habían avisado pero no me lo creía, los Piperrak nos dedicaban el concierto. Por fin estábamos todos juntos viendo al grupo que prácticamente nos unió. Uno tras otro fueron tocando los temas que pueblan sus dos discos y que hemos elevado a cátedra de nuestra cultura popular. Excepto Zoofilia. Pero esta vez lo hicieron bien, acabaron con Anarkía dejando el pabellón en los nímboestratos del festival. Impresionante lo de Piperrak. Luego vino Koma, que se mantuvo en su línea, la de ser el grupo de metal en español más currado y salvaje que yo recuerdo. Sé donde vives o El infarto dan fe de ello. El último ke zierre iban a servir de tránsito a Los Muertos por varias razones: el año pasado, bajo un sol abrasador, no dieron la caña supuesta; la gente estaba derrengada y acudían a las drogas para sobrevivir; se decía que el Feo estaba ya acabado; todo bazofia; cuando un grupo que ha sido y es lo que El último ke zierre, se pone, el público cae rendido a sus pies; y así fue, y yo el primero y más gustoso. Faltó la de Fausto del último disco, pero ese final que hacen con las versiones de Iggy y los Ramones es bestial e inolvidable. Terminado el concierto a mí empezaron a darme calores fríos, siete años después de aquel concierto de la Unión volvería a ver a Los Muertos de Cristo, el grupo más anarquista que a mi me ha tocado ver, y aunque digan que es un pesao, el Lorenzo es un luchador musical persistente y emblemático, nada que ver con los puagh esos ni con otros que van de antisistema. Además, esta vez, y ante el corto horario que se les brindaba, no dieron un mitin, ni un consejillo, simplemente pusieron un vídeo mientras aparecía la novia en el escenario. También cantó la hija de la novia, y creo que mejor que ella. El concierto fue especial para mí también por la versión de The Passenger de Iggy. Me llegó muy dentro esa canción, y por supuesto, las otras; pero no cayó la breva de Obreros somos, terminándose el espectáculo con Cualquier noche puede salir el sol. En ese momento sentí que se me estaba acabando el festival. Una ansiedad de no sé que cosa me recorría el cuerpo. En el flyer que repartían en taquilla con los horarios se establecía que ahora venía un discurso de diez minutos y luego tocarían Antisocial. Ni por asomo. Eran las una y poco de la noche y todos vivimos aquel momento mágico. Justo al acabar Los Muertos sonaron dos canciones desde el equipo: Stop Criminalización y Piedra contra Tijera. La peña enloquecía mientras yo iba a mear dando saltos y cantando con todo el mundo. De pronto, acabaron las canciones y salió el speaker del festival, o el organizador, no sé. La cuestión es que el tio se puso a recitar allí Para la libertad, de Miguel Hernández, y yo, que soy gran seguidor de Hernández, de las versiones que de sus poemas hace Serrat, en especial de éste, y debido al gran pelotazo que llevaba, levanté mi puño y me dispuse a encarar el escenario para cantar;no sabía la que me esperaba, pues no había andado ni cinco metros cuando el tio que había recitado el poema presentó a la Banda Bassoti.
Se busca
Author: Dekadencia Sonora
A la redacción de la Revista Dekadencia Sonora ha llegado un email un tanto inquietante. Esto, unido a la persecuación pública y la investigación policial a las que están siendo sometidos varios miembros de la Asociación Central Punk, obligan a los editores de la revista a pedir la colaboración de todos los socios.
Se busca esta guitarra, perdida en Festival Lumbreras Rock. Asistentes al evento afirman ver a un individuo vestido de Papá Noel saliendo del recinto con una guitarra a la espalda, muy parecida a la que se perdió.
Claro, que los asistentes que realizaron la afirmación dieron positivo en el control de estupefacientes posterior, por lo que se desconoce si Papá Noel, realmente, existe.
Esperamos su colaboración para ayudar a los chavales a recuperar su instrumento.
Crónicas (II)
Author: Dekadencia Sonora
Aunque sé que hay mucha gente siguiéndolos y que son muy buenos músicos no fui a ver a Vantroi, me resguardé en mi madriguera de plástico bebiendo cerveza a la espera de Strawberry Hardcore, que eran los siguientes. El concierto en sí estuvo muy bien excepto al principio, cuando empezaron a tocar el sonido falló y casi se lía pero los técnicos lo arreglaron y pudimos disfrutar de temas como Cuervo Loco o Perdido en Silent Hill para cerrar. Siendo sinceros me perdí diez minutos del concierto porque me estaba deshidratando y tuve que ir a por más cerveza. Volaron pronto los tikets gratis, si. Luego vendrían Macarrada, a los que tenía muchas ganas de ver. Y vaya si los ví, menudos canturreos que nos pegamos el de la camiseta de The Kagas y yo cuando empezaron a sonar los acordes de Jódete, No hay sitio para ti y Todo por nada. Casi MCD, pero no, son Macarrada y tocaron Éramos punx para dejarlo claro. La birra empezaba a hacer efecto en mi monovolumen superior y las trompetas de Obrint Pas me condujeron de nuevo a la zona de ocupada. Allí estaban mis cervezas fresquitas y unos suculentos filetes de lomo que me alimentarían hasta por la tarde –en todos los festivales se come poquito, pues en éste me hinché, literalmente hablando, no podía moverme, por lo que tuve que respirar más jumillo blanco de la cuenta y beberme un par de digestivos . Eso en una hora escasa, pues ya me estaban diciendo por ahí que empezaba Kaótiko y que había que verlos. Tampoco yo es que tuviera muchas ganas de verlos, pero en el piorno rock 2006 me sorprendieron, tocan bien a pesar de lo que tocan, un punk rock demasiado pijo y descafeinado, y no me importaba estar allí escuchando que somos hombres normales, luchando por sobrevivir. Total, sólo era hacer hora para ver a los más esperados de la sobremesa, Lendakaris Muertos. Y así lo hizo ver el público, que respiraba fiesta y pogo por los cuatro costados. Cuando saltaron al escenario empezaron a entonarse cánticos: ¡Léndakaris, Lendakaris! La adrenalina empezaba a subirme. La orgía de cuerpos saltando y bramando era espantosamente sublime. La batería vibraba en mis oidos, por los que fueron pasando todos los temas de la banda. Parece que todos somos vascos y más lúcidos de la cuenta cuando tocan los Lendakaris. O tal vez más becerros, porque tenias que tener un cursillo en moai-tai para resistir los embites del personal. Si bien la tensión se mantuvo durante todo el concierto, cuando sonaron El último txacurra y Gora España la gente enloqueció. Pero el tema que más me sorprendió fue Lendakaris Muertos, la primera canción junto con Das por cool que escuché de estos tios. El final fuen un poco decepcionante pues no les dejaron tocar un último tema. El batería no paraba de pedir que les dejaran mientras Ktulu esperaban para empezar en el escenario contiguo. La zona de conciertos se quedó un poco paralizada mientras los de Hospitalet transpiraban su hardcore metalero, con más problemas de la cuenta, por cierto. Fue una señal inequívoca de que había demasiados grupos buenos para tan poco tiempo. Eran las cinco de la tarde y hacía un calor espantoso. Los siguientes grupos, The Sex Pistols Experience, Hora Zulú y Last Resort, mantuvieron un buen nivel y dejaron paso a Los Suaves. Parece que Yosi se va recuperando, parece. El de Hamlet fue el concierto de la cena con nuestros amigos catalanes, unos vecinos de acampada mu apañaos y que se quedaron un poco flipaos cuando vieron a dos de nuestros notas cantando las canciones de la tele: Oliver y Benji fue el tema más aplaudido por un público que iba de subidón. No sé cuando ni porqué pero desde entonces me perdí yo solo por el festival. Si la tarde había sido buena musicalmente hablando ahora empezaba lo mejor.
A las nueve y cincuenta minutos tronaron las trompetas de un grupo mítico, Potato, que, a mi parecer, dieron el espectáculo padre. La de Rula rula confirmó su gran actuación, aunque quizás podrían haber versioneado un poco a Tijuana in blue. Sólo quedaban cincuenta minutos y los Anti-nowhere league para que Evaristo diera comienzo. Mientras tanto el ron se había apoderado de mi cuerpo y me convertí en presa de mi megalomanía musical, no paraba de preguntarme que daría de sí el gallego en esta ocasión. Y fue impresionante. Otras veces han tocado más canciones de La Polla, incluso en el Lumbreras Rock del 2005 parecían La Polla. Pero Evaristo es Evaristo, un tio fiel a su estilo cante lo que cante, y en Dianas Legales ha dado una vuelta de tuerca más al punk rock de siempre. ¿Qué pasó con Nicaragua, qué pasó en El Salvador....? El gentío empezó a saltar y yo casi en el cielo. Lo que vino después todos los que hayáis visto a este personaje os lo podéis imaginar: una metralleta en la garganta y dos cañones por guitarras, así es Gatillazo, así fue La Polla, así es Evaristo. Para mí fue el mejor concierto del viernes, pero yo soy muy individualista, lo ví solo, y casi me corro cuando tocó Así es la vida. Cada uno tendrá su opinión o recuerdo pero éstos siempre mantienen el tipo. Lo único que no me gustó demasiado fue el final y esa estrella del rock tan paradita, que parecía que no era el final. Justo en ese momento, en el final, fui corriendo, apartando gente, hacia los servicios portátiles del campo de fútbol, a la izquierda, mientras mi vejiga me pedía auxilio y mi cerebro anhelaba un poquito de luz rebelde. Y la luz se hizo mientras yo meaba entre dos de los citados servicios : alguien apareció con un litro de tinto fresquito mientras se oía Skalari Rude Klub. La algarabía era general y yo participaba tanto de ella que abandoné a quien me trajo el litro y me fui a bailar. José República me devolvió un poco a la realidad. El canuto que me encendí tras esta canción sirvió de catarsis a mi dósis alcohólica, pero los que estaban en el escenario no paraban y me tuve que unir de nuevo a ellos; si no puedes con tu enemigo únete a él, que hubiera dicho el de la dieta del tomate frente a una botella de fino sierra. Skalariak es un grupo que parece que no está ahí y casi siempre son los mejores. No puedo deciros si dieron más caña que otros, eso es a gusto del particular, pero sí disfruté del sonido más limpio de todo el festival. Estuvieron a la altura, sin duda alguna. Al igual que Boikot, que se renuevan en cada concierto aunque toquen los mismos temas de siempre. Se echa en falta escuchar temas diferentes, más viejos, pero transmiten tanto y son tan carismáticos que nos enganchan en cada uno de sus bolos. Una leve lluvia amenazó con joder la fiesta, pero al final sirvió para aplacar un poco el insoportable polvo que se levantaba en cada pogo. El recuerdo a Banda Bassoti en Bella Ciao fue monumental, el mejor de cuantos grupos han querido en este festival homenajear al grupo italiano. No callar volvió a reventar el festival, cualquier festival, y el himno del final, Korsakov, fue tan rockero que levantó a todo el mundo si es que quedaba alguien sentado. Esos tres conciertos casi dan conmigo, estaba exhausto y les llegaba el turno a Envidia Kotxina, un grupo que, particularmente y a priori, no molaban un carajo. Pero que equivocado estaba. En directo son brutales, aunque alguien diga que el año pasado a las una del mediodia dieron más caña. Acabé cantando el gasolina y fuego como un punki de postal más. Me siento un punki de postal, hay que llevar tachuelas en la vida. No te jode. En Malos Vicios me desmarqué un poco y fui a recargar energías. En la zona de los albarillos me esperaban, bueno la verdad es que esperarían otra cosa por la cara que tenían pero aparecí yo, los del tripi , pero no estaba la mujer de rojo, que se había quedado con el cantante de kaos sulfúriko flipándolo al escuchar casi todo el último disco en directo de los norteños esos. No sé si era mi borrachera o de verdad, pero de entre las sombras me pareció ver surgir a Doddy Al Fayet, o a un primo suyo. Este personaje ya no nos abandonaría en lo que restaba de festival. La mujer de rojo volvió a tiempo para repartir sus mágicos polvos entre los asistentes; yo me estaba poniendo nervioso porque había vuelto a la sociedad y ninguno de la sociedad quería ver a La Leñera. De nuevo me marché solo, con mi ración burgalesa, a escuchar algo del rock de siempre. Y cuando llegué, que ya estaban empezados, me llevé dos grandes chascos: el primero que habían quitado el puestecillo de camisetas de trainspotting que juré comprarme el primer dia,cuando aún tenía dinero. El segundo fue el grupo en sí; no lo hacen mal, incluso el cantante imita bien a Rosendo, pero tocar canciones de Leño sin alma es casi pecado. Y la versión de El tren me confirmó que me he perdido al gran grupo de rock en español. Estos de La Leñera son meros imitadores, aunque se digan covers. Un tinto con limón –que no se yó que cojones le veran al kalimocho ese- me dio ánimos, puesto que ya sólo quedaba Hirurko, para cerrar el primer dia de festival. No los había visto nunca y no esperaba tampoco un gran concierto. De nuevo estaba equivocado. La intensidad y alegría que expulsaban me devolvió al festival y se convirtió en el gran fin de fiesta. Cuando versionearon Gora Sartaguda creí estar ya con los Piperrak y La del fútbol, de Porretas, para terminar, fue el gran cachondeo. Un muy buen concierto el de Hirurko. Al terminar me acerqué un poco más a la valla de seguridad y estuve un momento hablando con el cantante. Entretanto una masa de legionarios de la batería ocuparon el escenario izquierdo al oir los gritos ensordecedores del vocalista de otro grupo;cuando me quise dar cuenta Ktulu estaban otra vez repartiendo estopa en el escenario. La tarde no había sido muy exitosa en cuanto a sonido y meteorología, los organizadores se percataron y dieron la oportunidad a Ktulu de desquitarse, y lo hicieron con creces. La música en directo acabó y la gente empezó a desparramarse entre olas de adicción, árboles pequeñitos, mierdas de perro y sexo a raudales. Eran las siete de la mañana cuando, buscando una rave alternativa dí de bruces con mi tienda y allí aparqué mis sentidos durante un rato. Unas tres horas de descanso aproximadamente. Hasta que se oyó justo al lado de mi oído: “No disfrutamos en el paro, ni disfrutamos trabajando, no, no, no.....” Estaba realmente despierto y con unas ganas de juerga inusitadas gracias al jaleo que tenían montado los vecinos de la furgoneta jipi. Catorce tios metidos en el coche de Scooby Doo y liando la traca. Me levanté presto y me fui directamente a las duchas para refrescarme y empezar de nuevo, pero el panorama que se me presentaba era desolador...
A las nueve y cincuenta minutos tronaron las trompetas de un grupo mítico, Potato, que, a mi parecer, dieron el espectáculo padre. La de Rula rula confirmó su gran actuación, aunque quizás podrían haber versioneado un poco a Tijuana in blue. Sólo quedaban cincuenta minutos y los Anti-nowhere league para que Evaristo diera comienzo. Mientras tanto el ron se había apoderado de mi cuerpo y me convertí en presa de mi megalomanía musical, no paraba de preguntarme que daría de sí el gallego en esta ocasión. Y fue impresionante. Otras veces han tocado más canciones de La Polla, incluso en el Lumbreras Rock del 2005 parecían La Polla. Pero Evaristo es Evaristo, un tio fiel a su estilo cante lo que cante, y en Dianas Legales ha dado una vuelta de tuerca más al punk rock de siempre. ¿Qué pasó con Nicaragua, qué pasó en El Salvador....? El gentío empezó a saltar y yo casi en el cielo. Lo que vino después todos los que hayáis visto a este personaje os lo podéis imaginar: una metralleta en la garganta y dos cañones por guitarras, así es Gatillazo, así fue La Polla, así es Evaristo. Para mí fue el mejor concierto del viernes, pero yo soy muy individualista, lo ví solo, y casi me corro cuando tocó Así es la vida. Cada uno tendrá su opinión o recuerdo pero éstos siempre mantienen el tipo. Lo único que no me gustó demasiado fue el final y esa estrella del rock tan paradita, que parecía que no era el final. Justo en ese momento, en el final, fui corriendo, apartando gente, hacia los servicios portátiles del campo de fútbol, a la izquierda, mientras mi vejiga me pedía auxilio y mi cerebro anhelaba un poquito de luz rebelde. Y la luz se hizo mientras yo meaba entre dos de los citados servicios : alguien apareció con un litro de tinto fresquito mientras se oía Skalari Rude Klub. La algarabía era general y yo participaba tanto de ella que abandoné a quien me trajo el litro y me fui a bailar. José República me devolvió un poco a la realidad. El canuto que me encendí tras esta canción sirvió de catarsis a mi dósis alcohólica, pero los que estaban en el escenario no paraban y me tuve que unir de nuevo a ellos; si no puedes con tu enemigo únete a él, que hubiera dicho el de la dieta del tomate frente a una botella de fino sierra. Skalariak es un grupo que parece que no está ahí y casi siempre son los mejores. No puedo deciros si dieron más caña que otros, eso es a gusto del particular, pero sí disfruté del sonido más limpio de todo el festival. Estuvieron a la altura, sin duda alguna. Al igual que Boikot, que se renuevan en cada concierto aunque toquen los mismos temas de siempre. Se echa en falta escuchar temas diferentes, más viejos, pero transmiten tanto y son tan carismáticos que nos enganchan en cada uno de sus bolos. Una leve lluvia amenazó con joder la fiesta, pero al final sirvió para aplacar un poco el insoportable polvo que se levantaba en cada pogo. El recuerdo a Banda Bassoti en Bella Ciao fue monumental, el mejor de cuantos grupos han querido en este festival homenajear al grupo italiano. No callar volvió a reventar el festival, cualquier festival, y el himno del final, Korsakov, fue tan rockero que levantó a todo el mundo si es que quedaba alguien sentado. Esos tres conciertos casi dan conmigo, estaba exhausto y les llegaba el turno a Envidia Kotxina, un grupo que, particularmente y a priori, no molaban un carajo. Pero que equivocado estaba. En directo son brutales, aunque alguien diga que el año pasado a las una del mediodia dieron más caña. Acabé cantando el gasolina y fuego como un punki de postal más. Me siento un punki de postal, hay que llevar tachuelas en la vida. No te jode. En Malos Vicios me desmarqué un poco y fui a recargar energías. En la zona de los albarillos me esperaban, bueno la verdad es que esperarían otra cosa por la cara que tenían pero aparecí yo, los del tripi , pero no estaba la mujer de rojo, que se había quedado con el cantante de kaos sulfúriko flipándolo al escuchar casi todo el último disco en directo de los norteños esos. No sé si era mi borrachera o de verdad, pero de entre las sombras me pareció ver surgir a Doddy Al Fayet, o a un primo suyo. Este personaje ya no nos abandonaría en lo que restaba de festival. La mujer de rojo volvió a tiempo para repartir sus mágicos polvos entre los asistentes; yo me estaba poniendo nervioso porque había vuelto a la sociedad y ninguno de la sociedad quería ver a La Leñera. De nuevo me marché solo, con mi ración burgalesa, a escuchar algo del rock de siempre. Y cuando llegué, que ya estaban empezados, me llevé dos grandes chascos: el primero que habían quitado el puestecillo de camisetas de trainspotting que juré comprarme el primer dia,cuando aún tenía dinero. El segundo fue el grupo en sí; no lo hacen mal, incluso el cantante imita bien a Rosendo, pero tocar canciones de Leño sin alma es casi pecado. Y la versión de El tren me confirmó que me he perdido al gran grupo de rock en español. Estos de La Leñera son meros imitadores, aunque se digan covers. Un tinto con limón –que no se yó que cojones le veran al kalimocho ese- me dio ánimos, puesto que ya sólo quedaba Hirurko, para cerrar el primer dia de festival. No los había visto nunca y no esperaba tampoco un gran concierto. De nuevo estaba equivocado. La intensidad y alegría que expulsaban me devolvió al festival y se convirtió en el gran fin de fiesta. Cuando versionearon Gora Sartaguda creí estar ya con los Piperrak y La del fútbol, de Porretas, para terminar, fue el gran cachondeo. Un muy buen concierto el de Hirurko. Al terminar me acerqué un poco más a la valla de seguridad y estuve un momento hablando con el cantante. Entretanto una masa de legionarios de la batería ocuparon el escenario izquierdo al oir los gritos ensordecedores del vocalista de otro grupo;cuando me quise dar cuenta Ktulu estaban otra vez repartiendo estopa en el escenario. La tarde no había sido muy exitosa en cuanto a sonido y meteorología, los organizadores se percataron y dieron la oportunidad a Ktulu de desquitarse, y lo hicieron con creces. La música en directo acabó y la gente empezó a desparramarse entre olas de adicción, árboles pequeñitos, mierdas de perro y sexo a raudales. Eran las siete de la mañana cuando, buscando una rave alternativa dí de bruces con mi tienda y allí aparqué mis sentidos durante un rato. Unas tres horas de descanso aproximadamente. Hasta que se oyó justo al lado de mi oído: “No disfrutamos en el paro, ni disfrutamos trabajando, no, no, no.....” Estaba realmente despierto y con unas ganas de juerga inusitadas gracias al jaleo que tenían montado los vecinos de la furgoneta jipi. Catorce tios metidos en el coche de Scooby Doo y liando la traca. Me levanté presto y me fui directamente a las duchas para refrescarme y empezar de nuevo, pero el panorama que se me presentaba era desolador...
(continuará)
Por: Joe Eztrummer y D-K-DNT
Fotos: Dani Limón
Baños Públicos
Author: Dekadencia SonoraCrónicas I
Author: Dekadencia Sonora
¡¡Ostia!! Las cinco y media. Me cago en dios! El despertador no habia sonado. Como el rayo me vestí, recogí los macutos y, con la impaciencia de quien da un aviso de bomba, llamé al de la lista de invitados: tío, espérate que no llego, tronco. ¡Ya tenías que estar aquí, aligera! Mi 49 cc respondió en esa fría mañana en la que no se veían ni los barrenderos por las calles. Cortaba el viento a lomos de la duchante y yo pensaba en tantos momentos esperando aquel día y en ahorcarme si no lograba llegar a tiempo. La rotonda del barrio me tranquilizó un poco. Allí estaban todos y no era yo el único que llegaba tarde, uno con una camiseta de The Kagas apareció dando voces. !¡A ver, ¿yo donde voy?!¡ Tu, el de la lista, yo con el nota ese, lo quiero aquí cerca! Aquella voz me tranquilizó por completo, pero también me hizo darme cuenta de que no sabía cual era mi sitio. El de la lista estaba muy liao intentando colocar a la gente y uno me dijo que me fuera en el autobús de los epilépticos, pero al final el de la lista ocupó mi lugar y yo ingresé como miembro tardío en el papamóvil, porque eso era lo que llevábamos de camino a Murcia, una cantimplora con ruedas. Lo de epilépticos era por los tiritones que pegaban a esas horas de la mañana. Tenía que haberme ido con ellos en aquel maravilloso autobús de dos plantas y no como fui, en conserva. Al menos eso fue lo que pensaron mis piernas durante la primera media hora de camino, hasta que oí decir a alguien: dame el mechero, y empecé a respirar el ambiente de festival. Se echaba de menos al de la lista con su típico cojincillo por aquellos lares.
El sol nos recibía cada vez con más intensidad y yo empezaba a acordarme de un grupillo de Gasteiz que faltaría al evento por problemas familiares y de la gran decepción que todos habíamos sentido al saber que no tocarían ni ellos, ni la tan esperada Banda Bassoti, censurada vílmente por el ayuntamiento de Puerto Lumbreras ante la insistencia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Razones estúpidas y de índole totalmente fascista propiciaron que los italianos se cayeran del cartel y que la décima edición del Lumbreras Rock Festival se celebrara cien kilómetros al norte, en Yéchar, pedanía de Mula. Lendakaris también sufrieron el intento de censura pero al final se mantendrían. Quedaban Los Muertos, ese grupo de la infancia del que todos nos sabemos las canciones y que lleva surcando carreteras más de veinte años. Era, a priori, una de las grandes citas del festival; festival que contaba en su haber con cincuenta de las más grandes bandas de este país e internacionales en lo que a punk y rock se refiere. También cabía algo de metal (Koma, Hamlet, Ktulu), ska-reggae (Potato, Skalariak). Y por supuesto, Piperrak. La gran incógnita, sin embargo, era la ubicación y condiciones del recinto. Y, como se esperaba tras ver las fotos que la organización había puesto en la web, el lugar era un poco..., digamos que destartalao; un descampado entre dos carreteras comarcales. El campo de fútbol, sin gradas ni ná, en el que se hacían los conciertos, quedaba junto a la carretera principal por la que llegaban todos los autobuses, coches, gente a pie.
Nuestra lata se paró junto a un típico barecillo dominguero reconvertido en una barra para los punkis; hay que ver lo que hace el turismo. Cargados con los bártulos nos dirigimos hacia la zona de acampada, que a esas alturas estaba casi completa, dejando la taquilla atrás puesto que el de la lista se ocupaba de nuestras entradas, solamente tendríamos que recoger la pulsera y pa´dentro.
Yo, además, tenía la tienda montada gracias a los que se fueron el dia de antes. Dejé mis cosas bien puestas, me encendí el primer pitillo y miré a mi alrededor: un murmullo de gente que no sabía donde acampar me desconcertó por completo. Pensé que no cabría tantísima gente dentro del campo de fútbol -lo de la acampada ya era por descontao- y entre la marabunta que llegaba estaban todos los que habían venido con nosotros desde Montilla sin saber muy bien donde aposentarse. Este fue el mejor momento, cuando empezaron a ocupar un campo de albarillos que quedaba al otro lado de la carretera que encerraba la acampada. Cuatro o cinco hileras de estos árboles que la gente utilizaba como sombra durante el dia pero a los que era un poco complicado llegar si, de noche, ibas un poco tarumba. La parte sur del recinto quedaba cortada por una rave de skinetes y skinetas, como dice un colega, aunque el camino seguía su curso normal. La parte norte, por una calle en cuesta por la que se iba a dos raves más: la del martillo machacón subiendo, y un improvisado bareto punki bajando. Entre esta barra y el campo de fútbol quedaba la zona más higiénica del festival, los diez servicios y ocho duchas que se instalaron, para unas diez mil personas, acabaron siendo a las pocas horas de festival un estercolero móvil. Supongo que por esa razón, aquél que vendía los parches en la puerta de las duchas y que propagaba el catalán a diestro y siniestro, se mudó al dia siguiente a la valla de al lado.
El sol nos recibía cada vez con más intensidad y yo empezaba a acordarme de un grupillo de Gasteiz que faltaría al evento por problemas familiares y de la gran decepción que todos habíamos sentido al saber que no tocarían ni ellos, ni la tan esperada Banda Bassoti, censurada vílmente por el ayuntamiento de Puerto Lumbreras ante la insistencia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Razones estúpidas y de índole totalmente fascista propiciaron que los italianos se cayeran del cartel y que la décima edición del Lumbreras Rock Festival se celebrara cien kilómetros al norte, en Yéchar, pedanía de Mula. Lendakaris también sufrieron el intento de censura pero al final se mantendrían. Quedaban Los Muertos, ese grupo de la infancia del que todos nos sabemos las canciones y que lleva surcando carreteras más de veinte años. Era, a priori, una de las grandes citas del festival; festival que contaba en su haber con cincuenta de las más grandes bandas de este país e internacionales en lo que a punk y rock se refiere. También cabía algo de metal (Koma, Hamlet, Ktulu), ska-reggae (Potato, Skalariak). Y por supuesto, Piperrak. La gran incógnita, sin embargo, era la ubicación y condiciones del recinto. Y, como se esperaba tras ver las fotos que la organización había puesto en la web, el lugar era un poco..., digamos que destartalao; un descampado entre dos carreteras comarcales. El campo de fútbol, sin gradas ni ná, en el que se hacían los conciertos, quedaba junto a la carretera principal por la que llegaban todos los autobuses, coches, gente a pie.
Nuestra lata se paró junto a un típico barecillo dominguero reconvertido en una barra para los punkis; hay que ver lo que hace el turismo. Cargados con los bártulos nos dirigimos hacia la zona de acampada, que a esas alturas estaba casi completa, dejando la taquilla atrás puesto que el de la lista se ocupaba de nuestras entradas, solamente tendríamos que recoger la pulsera y pa´dentro.
Yo, además, tenía la tienda montada gracias a los que se fueron el dia de antes. Dejé mis cosas bien puestas, me encendí el primer pitillo y miré a mi alrededor: un murmullo de gente que no sabía donde acampar me desconcertó por completo. Pensé que no cabría tantísima gente dentro del campo de fútbol -lo de la acampada ya era por descontao- y entre la marabunta que llegaba estaban todos los que habían venido con nosotros desde Montilla sin saber muy bien donde aposentarse. Este fue el mejor momento, cuando empezaron a ocupar un campo de albarillos que quedaba al otro lado de la carretera que encerraba la acampada. Cuatro o cinco hileras de estos árboles que la gente utilizaba como sombra durante el dia pero a los que era un poco complicado llegar si, de noche, ibas un poco tarumba. La parte sur del recinto quedaba cortada por una rave de skinetes y skinetas, como dice un colega, aunque el camino seguía su curso normal. La parte norte, por una calle en cuesta por la que se iba a dos raves más: la del martillo machacón subiendo, y un improvisado bareto punki bajando. Entre esta barra y el campo de fútbol quedaba la zona más higiénica del festival, los diez servicios y ocho duchas que se instalaron, para unas diez mil personas, acabaron siendo a las pocas horas de festival un estercolero móvil. Supongo que por esa razón, aquél que vendía los parches en la puerta de las duchas y que propagaba el catalán a diestro y siniestro, se mudó al dia siguiente a la valla de al lado.
La cuestión era que el festival estaba ya empezado cuando llegamos, Desconfianza Mutua y A la púa ya habían tocado y estaba empezando la banda que tanta gente quería ver, Josu Distorsión. En el 2006 nos pasó con Envidia Kotxina y este año con Josu; tuve que abandonar la cola de la dichosa pulserita para poder verlos, volviendo a la acampada, en una de las esquinas de la pista de fútbol-sala que había junto a la barra de los hielos -la que había dentro del recinto-, en un montículo, allí sin distinguir ni siquiera la silueta del cantante, pero por lo menos escuché la de los lacasitos.
[continuará...]
Por: Dekadente & Joe Extrummer
Central Punk
Central Punk es una Asociación Cultural con sede en Montilla (Córdoba). Con la música como principal punto de contacto entre sus miembros, la organización de viajes a diferentes festivales de la geografía española se ha convertido en todo un clásico al que acude gente de cualquier punto de Andalucía.